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Ol Doinyo Lengai: La montaña de Dios

Ol Doinyo Lengai es un volcán ubicado al sur del Lago Natron, en el extremo sur del brazo oriental del Gran Valle del Rift, en el noroeste de Tanzania. Los masái conocen a este volcán como «La Montaña de Dios».

Ol Doinyo Lengai

Lemra Kingi es un masái que vive en el pueblo de Engaresero, cerca del Lago Natron (Tanzania). Nos conocimos en 2012, cuando viajó por primera vez fuera de su tierra, hacia España. Este viaje formaba parte del programa de intercambio cultural de la Red Internacional de Territorios con Patrimonio Arqueológico. Lemra, junto a otros tres miembros de la comunidad masái, vinieron para conocer nuestro patrimonio y nuestras costumbres, además de mostrarnos las suyas en unas jornadas que tuvieron lugar en el Parque Arqueológico de la localidad de Atapuerca (Burgos). En noviembre de 2014 mi marido y yo viajamos a Tanzania con un grupo de personas para conocer en más profundidad a la comunidad masái y aquella tierra ancestral tan apasionante. Nuestro viaje fue una experiencia inolvidable: desde ser protagonistas de una boda masái, hasta visitar la Cuna de la Humanidad (el Yacimiento de Oldupai), pasando por paisajes impresionantes, safaris, conocer tribus como los Hadzabe o los Datoga, dormir en un campamento rodeados de búfalos en el Serengeti y un sinfín de vivencias y emociones que necesitarían una entrada en el blog aparte cada una.

Leopardo masaisJirafas Leones

Yacimiento de Oldupai (La Cuna de la Humanidad) Elefante en Serengeti Lemra Kingi en Lago Natron   Campamento en Serengeti

Remonte del río Engaresero Cebra en el Cráter del Ngorongoro

Lemra nos acompañó en aquel viaje, siempre pendiente de nosotros. Se encargaba de organizar el campamento junto a más trabajadores. Cocinó para nosotros durante la mayor parte de nuestra estancia y he de decir que la comida estaba deliciosa. Lemra es un hombre humilde. Un hombre que siempre ha intentado salir adelante en una tierra donde para los masáis no hay tantas oportunidades como para otras personas. Este verano volvió de nuevo a Burgos. Charlando con él nos contó que había tenido problemas en el aeropuerto de salida en Tanzania. Iba ataviado con sus ropas típicas masái. No debe de ser habitual ver a masáis cogiendo un aviones, porque le retuvieron durante una hora para hacerle preguntas acerca de adónde iba, sobre cómo era posible que un masái volara a España, qué motivos tenía para hacerlo, de dónde había sacado el dinero y un largo etcétera. Tras dar respuesta a las preguntas y sentirse tremendamente incómodo, como uno puede imaginar, pudo continuar con el viaje.

En su estancia en Olmos de Atapuerca aproveché la oportunidad de entrevistarme con él. A continuación, la entrevista que hicimos en casa de unos muy buenos amigos:

Lemra, quisiera preguntarte si has ido a la escuela.

Sí, fui a la Escuela Primaria, pero no a la Escuela Secundaria.

¿Por qué no pudiste acudir a Secundaria?

Porque a mi padre antes no le gustaba la idea de que fuera al colegio. Es muy tradicional. Pero mi hermano quería que fuera, así que me agarraba de la mano y me llevaba a la escuela. Fui a clase y terminé la Escuela Primaria. Pero no hubo dinero para que pudiera continuar con mis estudios.

¿Cuántos hermanos tienes?

Cuarenta y cinco, hermanas y hermanos de cinco madres. Mi madre tuvo diez hijos, así que tengo nueve hermanos de mi madre biológica.

¿Dónde aprendiste a hablar inglés?

En la escuela no lo aprendí. Lo aprendí al trabajar como guía de turismo: acompañando a la gente a excursiones, actividades, visitas, yendo de safari con ellos, etc.

¿Cómo empezaste en el mundo del turismo?

En 1999, el turismo empezaba a aumentar, así que comencé a acompañar a grupos a realizar visitas y actividades: Ol Doinyo Lengai es el volcán que está al lado de mi casa, lo habré subido cientos de veces, el remonte del río Engaresero para llegar a la cascada lo he recorrido desde que era un niño, y así muchos lugares. Aproveché la oportunidad para observar, escuchar y practicar el idioma. Al principio hablaba un poquito, pero poco a poco pude desenvolverme mucho mejor. En 2001 estuve estudiando para ser chef. De esta manera, podría cocinar para los turistas. Así que me marché a Arusha durante ocho meses y también aprendí inglés allí.

¿Cuándo empezaste a acompañar a grupos turísticos?

En 1996, siendo muy joven. Me ganaba un dinero y hacía lo que me gustaba.

¿Todavía tienes vacas y cabras?

Sí, cuando no puedo ocuparme de ellas, me ayudan mis hermanos.

¿Cuál es tu trabajo ahora?

Eduardo y yo estamos comenzando con una empresa turística, que se llama Hornbill Tours & Safari, intentando conseguir clientes. Espero que el año que viene vengan más turistas con nuestra empresa. Estamos buscando agentes de viaje que hagan de intermediarios en distintos países para agilizar las gestiones y traer más gente a visitar nuestra hermosa tierra: Serengeti, Ngorongoro, Lago Manyara, Lago Natron, etc. Hay muchos parques nacionales en Tanzania y muy grandes.

¿Conoces a más masáis que tengan empresas de safaris?

Algunos hacen un trabajo parecido, no muchos. Masáis que guíen grupos hay más, pero que tengan una empresa es mucho más difícil. Es muy caro. En Tanzania hay muchas empresas de safari, pero la mayoría pertenecen a blancos. Me gustaría trabajar como los blancos, parecerme a ellos en cuanto a experiencia. Los blancos saben cómo promocionar y traer gente a Tanzania. Y tienen dinero. Hay otras empresas que pertenecen al gobierno también.

Pero ser blanco no significa tener dinero o saber llevar bien una empresa, ¿no crees?

Bueno, allí parece que les va bien y saben hacer las cosas. Ellos tienen familia en sus países de origen, amigos, conocidos, y traen gente a visitar nuestra tierra.

¿Tienes hijos?

Sí, tengo cuatro hijos. Dos niños y dos niñas.

 ¿Y van al colegio?

Sólo van dos de ellos.

¿Por qué sólo dos de ellos van al colegio?

Porque son muy pequeños y porque necesito ganar dinero para que puedan ir a la escuela. Ahora pago por dos: uno en la Escuela Secundaria y otro en la Escuela Intermedia. Espero ganar dinero suficiente para que el año que viene puedan seguir estudiando.

¿Y los otros dos niños irán al colegio en el futuro?

Por supuesto. Es lo que quiero para ellos.

¿Por qué quieres que tus hijos vayan a la escuela?

La educación y la enseñanza son muy importantes. Necesito que mi familia vaya a la escuela, que tengan una buena educación, que terminen sus estudios y tengan un buen trabajo.

¿Qué pasaría con el modo de vida tradicional masái si todos los miembros de la comunidad fueran a la escuela y trabajaran fuera de la comunidad?

Yo creo que no se perdería la tradición. Cambiaría, pero no mucho. Tiene que cambiar, todo tiende a cambiar. No cambiaríamos todos, sólo algunos. Se puede compaginar nuestra forma de vida tradicional y la escuela. Cuando estoy en la escuela, estoy estudiando. Pero cuando regreso a casa, sigo pastoreando ganado. Nunca abandonaríamos nuestro modo de vida ni nuestras costumbres.

¿Qué quieres para tu familia? ¿Cuál es tu sueño?

En estos momentos quiero hacer un buen trabajo con la empresa que estamos arrancando. Mi plan es ése. De esta manera puedo ayudar a mis hijos a tener una buena educación. Este es mi sueño. Trabajar para que mis hijos puedan ir a la universidad y lleguen a ser abogados o médicos.

Lemra y yo después de recibir los regalos que me trajo de Tanzania
Lemra y yo después de recibir los regalos que me trajo de Tanzania

Lemra intenta abrirse paso en un entorno complicado. Un entorno de dificultad, tanto económica como social. Cuando estuvimos en Arusha con él, fuimos testigos de cómo algunos ciudadanos tanzanos le increpaban en el mercado por ayudarnos con las compras para que no pagáramos un precio elevado. Se referían a él como masái de forma despectiva y se le enfrentaron en un par de ocasiones. Le pregunté por lo que había pasado ese día. No quiso contestar. Simplemente me dijo: está todo bien, no pasa nada.

Lemra Kingi quiere para sus hijos lo que no pudo tener para sí mismo por diversas circunstancias. Cada vez que asciende a la cima del volcán Ol Doinyo Lengai, le pide a la montaña que su sueño se cumpla, que sus hijos tengan un futuro mejor que el que pudo conseguir él. Es un hombre muy tenaz, sabe lo que quiere y trabaja para alcanzar sus objetivos. Además de ser una muy buena persona. Estoy segura de que conseguirá lo que busca para su familia y para su pueblo. Se lo merece. Nuestros mejores deseos para que vea cumplido su sueño.

www.oldoinyo-lengai.org
Lemra Kingi en el volcán Ol Doinyo Lengai

Referencias:

http://hornbilltoursandsafari.com/

Los nabateos de Petra

Este post se abre con un objeto pequeño, a priori carente de atractivo. Pero, de nuevo, un objeto que esconde tras de sí el paso de los siglos, testigo de pueblos tanto actuales como desaparecidos. Esta pieza es un pequeño pedazo de roca arenisca, que ha viajado a España desde la capital de los nabateos: Petra.

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Los nabateos fueron un pueblo nómada árabe que empezó a establecerse en la región de Petra a finales del s. VI a. C. Parece que no habían planificado asentarse en Petra, sino que su intención era la de llegar al sur de Palestina. El destino quiso que encontraran un lugar atractivo para ellos: abundante en agua y un cañón con paredes perfectas para su defensa. Pero no fueron los primeros habitantes de Petra. Al llegar, se encontraron con los edomitas. No obstante, parece que éstos acogieron bien a los nabateos y la convivencia fue pacífica. Los nabateos se dedicaban principalmente a la agricultura. Cultivaban viñas y olivos. Pero además criaban cabras, dromedarios, caballos y ovejas.

Tenían conocimientos sobre la canalización del agua y construyeron una compleja red de canales y cisternas para traer el agua desde un gran nacimiento, Ain Musa, situado a varios kilómetros del centro de la ciudad. Pero su principal riqueza procede del hecho de que Petra fue un importante centro para las lucrativas rutas comerciales que enlazaban China (en el este) con Roma (en el oeste). Las caravanas cargadas de incienso, seda y especias, además de otros materiales exóticos, paraban para descansar en Petra, ciudad que les ofrecía abundante agua y protección de los maleantes. Como agradecimiento por su hospitalidad, los nabateos exigían un «impuesto» por los bienes que atravesaban la ciudad, por lo que se desarrollaron económicamente con lo recaudado.

Los nabateos eran un pueblo instruido que hablaba un dialecto del arameo, el idioma de la época bíblica, y se pueden admirar muestras de su delicada caligrafía grabadas en la pared rocosa de Petra.

Además de sus logros arquitectónicos sin precedentes, los nabateos eran conocidos por sus conocimientos de cerámica, que se cree que heredaron de los edomitas.

La capital de los nabateos está formada por un sinfín de construcciones que pertenecen tanto a la ciudad de los vivos como a la de los muertos. Las fachadas dispersas por todo su perímetro corresponden en su mayoría a las tumbas de ricos comerciantes, nobles y monarcas. Aparte de las tumbas, los palacios, las casas, los negocios, los templos, los almacenes, los talleres y los espacios públicos daban cobijo a las actividades cotidianas. Dos de sus construcciones más emblemáticas son El Tesoro y El Monasterio:

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Caminando por el Siq, el angosto desfiladero que da acceso a la ciudad, lo primero que uno se encuentra es la imponente fachada del Tesoro, tal vez la tumba del rey Aretas IV.
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Existe una leyenda acerca del nombre de este lugar. ¿Por qué se conoce como el Tesoro si se cree que es una tumba?  Una leyenda beduina cuenta que un faraón egipcio escondió en lo alto una fortuna en oro. Durante mucho tiempo los beduinos se dedicaron a disparar dicha cúpula con la esperanza de que el oro cayera. Los impactos de bala aún se conservan en la roca. Otra curiosidad del Tesoro es que fue tallado en la propia roca desde arriba hacia abajo. Las columnas son meramente decorativas, no soportan peso alguno.

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Más allá de la Avenida de las tumbas, el Teatro y la Vía Columnada encontramos un camino empinado. Tras subir más de 800 escalones se llega a un enclave único, a un templo dedicado al culto del rey Obodas I (96-85 a. C.). Se conoce con el nombre de ed-Deir «el Monasterio», porque en época bizantina fue convertido en iglesia.

Uno de los aspectos simbólicos que me llamaron la atención fueron las escaleras esculpidas en algunas de las fachadas arquitectónicas:

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Los nabateos tenían la creencia de que el alma de los muertos enterrados en esas tumbas podrían ascender al cielo por medio de esas escaleras.

La ciudad de Petra está repleta de gente, de turistas curiosos, de beduinos, de niños… Nos sorprendió la cantidad de niños que tratan de ganarse la vida allí. Una de las niñas que conocimos fue Leila. Leila tenía 12 años y se había encaprichado de mis gafas de sol. Le dije que no podía dárselas, que el sol me dañaba mucho la vista y no tenía otras. Se las presté mientras nos retratábamos en esta fotografía:

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Charlamos durante un rato. Me contó que caminaba muchos kilómetros para venir a la ciudad de Petra. La pregunté si iba al colegio y me contestó que sí, señalando a lo lejos. Nos despedimos, y mi marido y yo continuamos con nuestra visita. De repente, Leila nos llamó corriendo detrás nuestro. Se había olvidado de devolverme las gafas de sol. Fue un gesto que quedará en mi memoria para siempre. En Jordania encontramos a muchos niños que trataban de vender chicles o cosas similares para conseguir algunas monedas y llevar algo a casa.

El viaje a Jordania fue uno de los más especiales que hemos hecho. No sólo por albergar lugares sorprendentes, sino por las gentes que conocimos. En aquel viaje hicimos amigos con los que todavía hoy mantenemos el contacto.

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Detrás de ese pequeño trozo de roca se esconden todas estas historias. Y algunas más que publicaré más adelante.

– Jaime Alvar. Petra, la ciudad excavada en la roca. National Geographic, nº 106.

– http://www.petranationalfoundation.org/

– http://www.visitpetra.jo/Petra/TheNabeteans.aspx

– http://nabataea.net/gods.html

Simbolismo Anasazi

«No hay parcela de la cultura en la que los símbolos no encuentren campo de acción: la religión, el arte, la política, la vida social, el trabajo, la guerra, la salud, la alimentación, la comunicación, el control social, etc. La clave está entonces en la dificultad de contención de los símbolos en un ámbito o parcela, pues se captan difundiéndose e invadiendo muy distintos campos e impregnando o tintando muchas de las áreas de la cultura. Algunos símbolos pueden llegar a ser ubicuos. Por todas partes se encuentran o en todas las ocasiones los miembros de una cultura los invocan y manipulan. Y no por eso necesariamente son visibles desde el exterior. Habitan en las mentes de las gentes y con ellos ven el mundo». Honorio Velasco Maíllo «Cuerpo y espacio».

Mi marido y yo hicimos parte de la Ruta 66 por EEUU durante nuestra luna de miel. En numerosas ocasiones nos desviábamos de la ruta para visitar lugares emblemáticos que no podían pasar desapercibidos. Uno de estos míticos lugares es el Cañón de Chelly, en el estado de Arizona. Dicho Cañón se encuentra integrado dentro de la Nación Navajo. «Chelly» parece provenir del término navajo tsegi, que significa cañón de roca. Se piensa que los indios Navajo entraron en el área de Chelly hacia mediados del s. XVIII desde Nuevo México. Mucho antes de que los Navajo habitaran estas tierras, ya había evidencias de asentamientos de una cultura prehispánica acerca de la cual faltan aún muchos datos: los Anasazi. Ocupaban lo que se denomina «The four corners»: Colorado, Utah, Arizona y Nuevo México. Se cree que los Anasazi no están étnicamente relacionados con los Navajo, sino con los indios Pueblo actuales. No se sabe con exactitud el momento en que los Anasazi poblaron el suroeste de Norteamérica debido a la ausencia de evidencias escritas. No obstante, se estima que pudieron existir como cultura entre los siglos VIII y XIV. Los Anasazi de Chelly vivían en las paredes del cañón, en viviendas hechas de adobe o jacal sobre estructuras de madera. Casas construidas en lugares inaccesibles para protegerse tanto de los enemigos como de las inclemencias meteorológicas. Pasaron de tener una economía basada en la caza y la recolección a la domesticación de plantas como el maíz, las alubias o las calabazas.

La primera entrada de este blog está dedicada a un objeto traído del Cañón de Chelly y elaborado por un indio Navajo que todavía vive allí. El autor de este objeto en cuestión se llama Antonio Carroll Jr.,a quien vemos en la siguiente fotografía: 1917703_1195743736033_6003492_n

Se dedica a pintar plaquetas de arenisca y ofrecerlas a los turistas como souvenir. Los motivos con los que decora estas piezas son símbolos que provienen de la cultura Anasazi. Su abuela le transmitió los conocimientos que tenía sobre este pueblo ancestral. La pieza que mi marido y yo adquirimos es ésta:

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Este objeto rezuma simbolismo. Según las explicaciones de Antonio, el pueblo Anasazi no pretendía que sus pictogramas ni petroglifos fueran una exhibición o muestra de arte, como sería lógico pensar. El objetivo último de estos dibujos era la comunicación. ¿Qué querían comunicar entonces con estos pictogramas? Empecemos por la primera franja superior de la plaqueta de arenisca:

Para los Anasazi, como para muchos otros pueblos, el firmamento no pasó desapercibido. En la parte superior están representados el sol (a la izquierda) junto a la luna rodeada de estrellas (a la derecha). Simboliza la noche esperando al alba; una noche de cánticos ceremoniales que dan paso al comienzo de un nuevo día. Justo debajo del sol encontramos una figura geométrica serpenteante. Es la imagen simbólica del cañón: el agua del río entra, serpentea y sale. El cañón ha sido esculpido durante millones de años por el río. El cañón es una fuente de agua, que permite ser además una fuente de plantas, cultivos y alimento. Por ese motivo, el pueblo Anasazi construyó sus viviendas dentro del cañón, en las paredes, al abrigo de la roca. Los lugares habitados por los antiguos Anasazi dentro del Cañón de Chelly son las ruinas de White House y Mummy Cave.

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Ruinas de White House

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Ruinas en Mummy Cave

Pasamos a la segunda franja, en posición intermedia en la plaqueta. Las figuras antropomorfas de izquierda y derecha representan a los antiguos Anasazi, al pueblo originario: los primeros en vivir y habitar dentro del Cañón. La figura antropomorfa central representa a una divinidad llamada Humpbacked Ye’i. Es una divinidad relacionada con la fertilidad de la tierra, una derivación de la famosa figura del Kokopelli. Se la representa con una mochila en la espalda en cuyo interior lleva semillas y lluvia. La mochila está decorada con plumas en su exterior. Esta deidad suele portar cuernos de oveja como símbolo de poder y lleva un bastón de mando en la mano. Al lado de Humpbacked Ye’i, a la izquierda, observamos otra figura geométrica muy parecida al dibujo serpenteante que representaba el cañón. Esta imagen se refiere a la responsabilidad de la gente de comunicar a través de los pictogramas y los petroglifos, no de intención de compartir su arte. Debajo de Humpbacked Ye’i vemos una especie de cadena. Esta cadena muestra el proceso lunar, luna llena y eclipse, que regía el calendario de los Anasazi y con el que organizaban su tiempo en base a la luna misma y a las estrellas.

En la franja inferior, el primer pictograma representa la kiva, lugar donde los Anasazi se reunían para llevar a cabo rituales ceremoniales, rezos y cánticos. Bajo el símbolo de la kiva, encontramos el de las cuatro esquinas (Nuevo México, Arizona, Utah y Colorado): las cuatro montañas sagradas y las reservas indias en el centro. El símbolo de la mano es la firma de la tribu, lo primero que la abuela de Antonio le enseñó sobre el simbolismo de esta cultura. Bajo el dibujo de la kiva, a la derecha, vemos una especie de rayo. Este icono representa la unidad y la amistad de los Anasazi, del pueblo unido trabajando juntos.

A la izquierda de estos últimos símbolos, encontramos las casas de adobe incrustadas en la pared de roca del cañón, típicas de la cultura Anasazi.

Por último, los pictogramas de cerámicas de las franjas superior e intermedia representan uno de los elementos más importantes de la cultura, la sociedad y la economía Anasazi. La cerámica servía para almacenar el agua, la comida, las herramientas e incluso se utilizaba en las kivas para el culto religioso relacionado con la agricultura. A continuación se muestra una fotografía de una kiva en el yacimiento arqueológico de Mesa Verde (Colorado), al que mi marido y yo esperamos poder ir algún día. Nos quedó un poco a desmano de la Ruta 66.

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He querido mencionar especialmente a Antonio Carroll Jr. por su ferviente interés en transmitir la cultura Anasazi y dar a conocer unas pequeñas pinceladas de este pueblo tan apasionante como desconocido. Espero que os haya resultado interesante esta primera entrada.

Fuentes:

– Honorio M. Velasco: Cuerpo y Espacio. Madrid, Editorial Universitaria Ramón Areces, 2007.

– Robert H. Lister y Florence C. Lister:  «Those who came before«. Western National Parks Association, 1993.

– http://www.ancestral.com/cultures/north_america/navajo.html