Los Hunza, el secreto de la ¿eterna? juventud

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No es la primera vez que nos encontramos en los medios de comunicación titulares impactantes que se refieren a misterios y habilidades especiales provenientes de culturas distintas a la nuestra. El ser humano se ha obsesionado con la idea de la inmortalidad desde tiempos inmemoriales: la inmortalidad espiritual, pero también la inmortalidad corpórea. El Cielo, el Valhalla, el Nirvana, los Campos Elíseos de la mitología griega, el Aaru egipcio, el Yanna musulmán son algunos de esos lugares donde, según las creencias humanas, viviremos eternamente después de nuestra vida corpórea. Pero el ansia por mantener nuestra corporalidad el mayor tiempo posible en la presente vida nos ha llevado por caminos insospechados: pócimas y cremas «milagrosas» con ingredientes desconocidos, sacrificios humanos y animales, rituales de sangre, etc. Pocos se negarían a posar si la novela de Oscar Wilde «El retrato de Dorian Grey» fuera cierta. Y es que, la inmortalidad se relaciona con la vida eterna, con la eterna juventud, con la belleza y la no asimilación del paso del tiempo. En nuestro continuo bombardeo de cánones estéticos occidentales, oír que alguien no envejece es ver realizado uno de nuestros mayores sueños.

joven y mayor

Pero parece que todos esos deseos de longevidad y eterna juventud se deben de cumplir en algún rincón de nuestro planeta: según algunos en el valle de Hunza, un valle a 2400 m de altitud formado por el río del mismo nombre, cercano a Gilgit y Nagar, situado en los Gilgit-Baltistán de Pakistán.

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La población autóctona de los Hunza tienen para muchos el secreto de la eterna juventud. Nos han llegado noticias que hablan de que algunos miembros de esta comunidad han llegado a alcanzar los 165 años de existencia. Pero analicemos en mayor profundidad de qué se trata exactamente este secreto de los Hunza.

Cuando uno se encuentra titulares sensacionalistas del tipo: «Conozca el secreto de los hunza, un pueblo que no conoce ni las enfermedades ni la vejez» o «Los secretos de los hunza: una tribu que no se enferma ni envejece», es inevitable que nos llamen poderosamente la atención y produzcan en nosotros curiosidad y fascinación. Pero el científico John Clark, quien pasó 20 meses con ellos a mediados del pasado siglo, no opina exactamente lo mismo y así lo refleja en su obra «Lost Kingdom of the Himalayas». A continuación, algunos extractos de su obra:

«Quisiera además expresar mi pesar hacia aquellos viajeros cuyas impresiones han sido contradichas por mi experiencia. En mi primer viaje a través de Hunza, adquirí casi todos esos conceptos erróneos: Los sanos Hunza, La tierra donde no existen los pobres, etc. Pero vivir más tiempo en Hunza revela las situaciones reales.»

«Con Afganistán y el Turquestán chino en la frontera norte y con Rusia a sólo 23 kilómetros, Hunza habría sido una zona estratégica si no hubiera sido tan montañosa como para hacer el viaje casi imposible. Realmente, con sólo un camino de norte a sur y otro de este a oeste que ni siquiera un caballo podría seguir, los 25.000 Hunzas vivían en su mundo prácticamente aislados. Muchos de ellos no habían oído hablar nunca de los Estados Unidos, y unos pocos no sabían que había habido una Segunda Guerra Mundial hace poco».

John Clark no era médico, pero poseía ciertos conocimientos de medicina, tal y como se comprueba de algunos extractos de su libro:

«Aquella tarde, los muchachos desarrollaron fiebres altas. Intuí que probablemente sería malaria y les di proguanil y atabrine. Hayat se recuperó en unas pocas horas, y la temperatura de Beg bajó aunque siguió débil durante varias semanas».

«Entonces mi trabajo comenzó en serio. Al que tenía malaria le di atabrine; a un hombre que tenía disentería bacilar, sulfoguanidina; había uno con ascariasis, a quien recomendé no cenar ni desayunar, y que desarrolló parásitos intestinales a la mañana siguiente; y entonces vi al chico con manchas blancas. Le llevé adentro y le dije que se desnudara, a lo cual accedió con gran vergüenza debido al pudor normal de los musulmanes añadido al horror de su mal aspecto. Una primera exploración visual fue suficiente – leucoderma o vitíligo – inocuo pero prácticamente incurable. Le enseñé cómo mezclar una solución débil de permanganato de potasio con la que lavar las manchas, luego le di píldoras vitamínicas, sulfato de hierro, sales biliares y atabrine, para curar la malaria y mejorar su estado general. Continuaron viniendo, catorce en total, hasta que traté al último; sé que, si todo el oasis hubiera sabido de mi llegada, habrían venido sobre unos cien».

Uno de los capítulos de su obra se titula «Los sanos Hunza vienen a ver al doctor», donde encontramos algunos extractos:

«Tiene úlceras, Sahib,» me tradujo Beg. «Ponlo aquí,» (…) Cuando Beg lo tumbó, el muchacho gritó agónicamente. «¿Es este su padre?» «No, Sahib, su tío. Este chico es huérfano.» «Bien, por el amor de Dios, ¿se puede saber por qué nadie lo ha alimentado? ¿Cuántos años tiene, seis? «No Sahib, tiene diez. Ha comido, pero desde hace dos años las úlceras han empeorado y no ha querido comer desde hace muchos días»
(…) Sangre y pus amarillento exudaban de las llagas alrededor de sus hombros. Sus ojos lloraban de dolor, pero de algún modo reunía la fuerza suficiente para sonreírme».

(…) «Una píldora cada día,» le dije a su tío, «y una cucharilla de este azúcar cinco veces al día. Lo comerá, estoy seguro.» Le di el azúcar y lo comió, con grata sorpresa. Nunca antes había probado el azúcar.

«(…) Empleé en el muchacho cuarenta y cinco minutos, ¡y tenía otros treinta pacientes para atender antes del mediodía! Afortunadamente, la mayoría de ellos tenían malaria, disentería, lombrices, tracoma y otras dolencias fáciles de diagnosticar y rápidas de tratar.»

«Los Hunzas no pueden producir suficiente comida para pasar el año entero, por lo que una hambruna parcial tiene lugar cada primavera. Nadie muere de inanición, pero todos pasan hambre. Las cosechas de cebada frenan la hambruna en Hunza (…) La mayoría de Hunzas comerían chapati de harina de cebada hasta la cosecha de trigo a principios de octubre.»

«En mis dos viajes atendí a 5.684 pacientes. Ninguno de ellos murió o empeoró debido a mi tratamiento. Algunos murieron a pesar de él, y otros porque necesitaban un tratamiento más exhaustivo de lo que yo podía ofrecer.»
«Elaboré un censo de mi escuela para descubrir cuántos estudiantes habían perdido a miembros de su familias inmediatas. La tabla de mortalidad rezaba:

Nombre                               Familiares muertos
Gohor Hayat                      madre, 3 hermanos, 2 hermanas
Sherin Beg                          1 hermano, 1 hermana
Nur-ud-Din                        madre, 2 hermanos, 2 hermanas
Md. Hamid                         madre, 1 hermana
Burhan Shah                      1 hermano, 1 hermana
Nasar Md. Madre              2 hermanos, 1 hermana
Mullah Madut                    2 hermanas
Suleiman                             1 hermano
Ghulman Rasul                  padre
Estos nueve niños provenían de familias mejor avenidas que la media; consumían buena comida y vivían en casas limpias. Aquellos que han escrito sobre «Los sanos Hunzas» y las ventajas de la jardinería orgánica han propagado un mito sin molestarse en aprender la verdadera situación. Hayat, uno de los Hunzas, resumió de forma impactante la vida allí: «Aquellos de nosotros que viven son fuertes. Los que no lo son mueren».»

En el tiempo que John Clark pasó entre los Hunza, concluyó que de 30.000 a 40.000 sólo 6 superaban los 100 años. Y demostró que, lejos de carecer de enfermedades, los Hunza padecían bastantes.

Algo que llama la atención es el uso de un calendario diferente por parte de esta población y que Clark plasma en su obra. No tienen un calendario establecido y calculan su edad no por los años transcurridos desde su nacimiento, sino como una estimación de su sabiduría o su liderazgo dentro del grupo.
Sin embargo, el médico nutricionista Robert McCarrison cree que el secreto de los Hunza se encuentra en su dieta. Fue uno de los primeros en interesarse por este pequeño paraíso observando que estas gentes consumían muy pocas proteínas. Hizo el cálculo de que en un día ingerían alrededor de 1.933 calorías, 50 gramos de proteínas, 36 gramos de grasa y 365 gramos de carbohidratos.
Sir Robert McCarrison fue un convencido de la gran importancia que la dieta tiene para la salud, un pionero y visionario en temas de nutrición. En noviembre de 1921, este gran médico británico, en una conferencia en la Universidad de Pittsburgh ante la Sociedad para la Investigación Biológica destacó y se centró en “la maravillosa salud y robustez de los Hunzas, que moran en la frontera noroeste de la India. Los resistentes, Hunzas son de una tez mucho más clara que la piel de los nativos de las llanuras del norte de la India”…

“Ellos afirman -continuaba en otro comentario de la conferencia- descender de tres soldados de Alejandro Magno, que perdieron su camino en uno de los barrancos escarpados de la cordillera del Himalaya. De hecho todos los viajeros que visitaron el Valle de Hunza, han sido particularmente impresionados por su ambiente de paz y por la espléndida salud y la amabilidad de su gente”.
McCarrison llegó a la conclusión de que la dieta es el factor principal de la longevidad de esta población porque otros pueblos vecinos, con el mismo clima pero con otra alimentación padecían varias enfermedades y su esperanza de vida era dos veces más corta. Las enfermedades a las que el doctor se refería eran cáncer, dolencias del corazón, apendicitis, etc. Sin embargo, en los casos que trató John Clark, había numerosos ataques al corazón. Así lo muestra en «Lost Kingdom of the Himalayas»:

«Mi primer día en casa no hice nada. Los continuos viajes, la disentería y los ataques al corazón que tuve que tratar me habían cansado más de lo que creía».

Según McCarrison, los Hunzas practican una forma espartana de agricultura, devolviendo toda materia orgánica a la tierra. Su comida consiste principalmente de fruta y verdura crudos, legumbres germinadas, cereales, nueces, almendras, avellanas, productos lácteos de cabra y ocasionalmente pequeñas porciones de carne, normalmente en vacaciones o celebraciones. Como los pollos picotean las semillas, y como las semillas son más valiosas que el dinero en Hunza, hasta hace poco, no se permitían los pollos. Los Hunza cultivan manzanas, peras, albaricoques, cerezas, moras, incluso consumen la pepita de los albaricoques. Además cultivan espinacas, lechugas, zanahorias, guisantes, nabos, calabacines, incluso comen brotes. Todo tipo de grano: trigo, cebada, mijo y pequeños cereales. El aceite de pepita de albaricoque es la fuente más importante de grasa. También toman productos derivados de la leche: mantequilla, leche fresca, sin cocer y sin pasteurizar, queso, yogur y leche cortada. La carne no es importante en el modo de vida Hunza. Muchos alimentos se consumen crudos. Ausencia total de aditivos: no se echa nada a la tierra, la comida de las personas o de los animales. No se usan sprays en los cultivos, ni tampoco se utilizan fertilizantes químicos en sus tierras. Todos las frutas y verduras se secan al sol y al aire para almacenarlas después. En Hunza, todos los niños son alimentados con leche materna (los niños hasta los 3 años y las niñas hasta los dos). No hay un cuidado específico prenatal, y la buena salud de la madre pasa al hijo. Es interesante apuntar que ninguno come antes de dormir por la noche. Tampoco pican entre las comidas. Prácticamente no hay casos de sobrepeso. Consumen menos grasa que la mayoría de la gente en el mundo. No comen pescado.

Las experiencias con los Hunza de ambos científicos son diferentes, cada uno tiene sus propias conclusiones. Pero lo que sí que puede dilucidarse de todo lo expuesto es que, a pesar de contar con una dieta sana, los Hunza también sufren enfermedades, aunque estas sean diferentes a las de sus vecinos. También envejecen, aunque su esperanza de vida sea mayor que la media según algunos. Hay quien afirma que viven entre 110 y 120 años; o quien lo aumenta a 140 o 160 años. Y quien apunta más alto y confirma que lo normal es dar a luz entre los 50 y los 70 años. Pero todo esto carece de pruebas. Bastaría con una sola fotografía de cada una de las familias en la que aparecieran las ocho generaciones viviendo al mismo tiempo. Y, por el momento, no se ha publicado ninguna.

El Shangri-lá, el «oasis de la juventud» no existe. Somos seres naturales, seres biológicos que nacen, viven y mueren. El Shangri-lá ficticio de la novela de James Hilton «Horizontes perdidos» (1933) es una utopía mítica del Himalaya. Según ella, las personas que viven en Shangri-lá son casi inmortales, por lo que aventureros y exploradores intentaron en el pasado encontrar este paraíso perdido. Sin duda, esta novela y las dos películas emitidas basadas en ella han alimentado aún más el mito de la eterna juventud Hunza.

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Es evidente que la dieta y nuestros hábitos afectan a nuestra esperanza de vida, y que siempre es más aconsejable mantener una dieta sana y equilibrada para gozar de buena salud el mayor tiempo posible. Pero algo bien distinto es el sensacionalismo que se crea llevando al pie de la letra expresiones como «eterna juventud», «inmortalidad», «ausencia total de enfermedad», «no envejecimiento» asociadas a personas de otras culturas que nos las muestran de nuevo lejanas, distintas y totalmente opuestas a nosotros. Esto sigue alimentando la otredad, el desconocimiento y la desinformación acerca de otros pueblos, y la diferencia (que no la diversidad).

«Esa es una paradoja de la cultura occidental: la extrema dificultad para conocer al Otro junto a la extrema creatividad para inventarlo»  Roger Bartra, antropólogo.

Referencias:

http://www.upsocl.com/verde/los-secretos-de-los-hunza-una-tribu-que-no-se-enferma-ni-envejece/
https://actualidad.rt.com/sociedad/view/139666-hunza-enfermedades-longevidad
Primera imagen: https://www.youtube.com/watch?v=qfb0FqRMQeU
Segunda imagen: http://contenido.com.mx/2014/09/conoce-a-los-hunza-los-que-no-conocen-enfermedades-y-la-vejez/
Tercera imagen o mapa: http://noticiasberazategui.com/2014/09/09/pueblo-hunza-donde-envejecer-es-mas-dificil-de-lo-normal-y-viven-en-un-oasis-de-juventud/
Cuarta imagen: http://www.ecuavisa.com/articulo/noticias/internacionales/79739-secreto-hunza-tribu-que-no-se-enferma-ni-envejece
http://www.lavanguardia.com/vida/20140909/54414824577/hunza-secreto-eterna-juventud.html

http://codigonuevo.com/el-falso-mito-de-los-hunza-el-pueblo-de-la-eterna-juventud/

Haz clic para acceder a 41.pdf

Nutrición-área 51: La prodigiosa, pero a todas luces falsa, longevidad de los Hunza


http://codigonuevo.com/la-verdad-sobre-el-mito-de-los-hunza-contada-por-un-hunza/
«Lost Kingdom of the Himalayas», John Clark 1956

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